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South America

Las Elecciones Presidenciales Venezolanas Pautadas para el 28 de julio


 Nadie puede negar que
Maduro es políticamente astuto. En caso contrario no hubiera sobrevivido la
campaña sin cuartel contra su gobierno – ni por un mes. 

Elecciones en
Venezuela: Maduro y Machado van con todo

Por Steve Ellner

Publicado en NACLA:
Report on the Americas
,

Edición de la primavera
de 2024

No es un secreto que
Washington está tan enamorado de la candidata presidencial María Corina
Machado, como ella está de Washington. Como ejemplo, el día después que el
gobierno de Biden parcialmente levantó las sanciones contra Venezuela el pasado
octubre, el Secretario de Estado Antony Blinken advirtió que la medida sería
revocada si para el 30 de noviembre el Presidente Nicolás Maduro no habilitaba
a Machado para participar en las elecciones presidenciales. La amenaza no se
cumplió por el anuncio de que Machado podría apelar a la medida de prohibición ante
el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). Machado rechazó la oferta de ir al TSJ,
pero subsecuentemente cambió de parecer. Después de que el TSJ confirmó la
inhabilitación en enero, EEUU empezó a reimponer las sanciones.

Las elecciones
presidenciales están programadas para el 28 de julio y Maduro indudablemente va
a lanzarse como candidato. Machado, quien llama a Maduro un “narco dictador” y
dice que
lo quiere vivo para poder enviarlo a la cárcel, fue elegida en
elecciones internas de la oposición para ser la candidata de los principales partidos
de la oposición. En las primarias realizadas en octubre, ella supuestamente
sacó 92.5% del voto, aunque la validez de esa cifra fue cuestionada por el
candidato que llegó en segundo lugar, Carlos Prosperi. La candidatura de
Machado, conjuntamente con el anuncio que confirma su inhabilitación, presagia graves
problemas para un país que ha sido castigado por la violencia política durante
las últimas dos décadas.   

Los medios
corporativos y los analistas pro-sistema limitan sus pronósticos electorales a
dos escenarios: O Maduro pierde o hay fraude electoral. Para algunos,
independientemente de los resultados, se espera la tracalería electoral. Geoff
Ramsey del Atlantic Council comentó al New York Times: “
No creo que la comunidad internacional tenga ilusiones de que
esas elecciones van a ser libres”.

Estas predicciones pasan
por alto varios factores que ponen a la oposición en desventaja. El partido
gobernante, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), es un partido bien
organizado y disciplinado, a diferencia del partido de Machado, “Vente
Venezuela”, que carece de una estructura sólida. Más importante que eso, las
divisiones y animosidades mutuas dentro de la oposición y la desconfianza de
los venezolanos hacia los políticos en general pueden traducirse en abstención
masiva en julio. Finalmente, los seguidores de Machado y los venezolanos en
general se oponen mucho a lo que ella representa, particularmente su apoyo tenaz
al neoliberalismo estilo radical.

Luis Vicente León, el
encuestador más prominente de la oposición, reportó inmediatamente después de
las primarias que cerca de
70% de los que votaron para Machado se oponen a su posición
de rechazar negociaciones con el gobierno y su apoyo a las sanciones
internacionales contra Venezuela. En las palabras de León, el apoyo a Machado
es básicamente “emotivo.”

Machado, el
“Outsider”

En diciembre de 2021,
el partido Vente Venezuela rompió con Juan Guaidó. “Es tiempo [para la
oposición] de constituir una nueva dirección.” Machado alegó que al gobierno
paralelo de Guaidó, “le faltaba transparencia” y estaba desconectado del pueblo
y de Estados Unidos, y generó “
indignación”.

Con esas palabras
duras, los seguidores de Machado y algunos analistas empezaron a pintarla como
una especie de lobo solitario. El País la llamó “
una política aislada” y agregó que ella está “férreamente en contra del
sector moderado de la oposición, a quien ella durante mucho tiempo acusó de
hacer el juego al gobierno”.

Sin embargo, Machado
está muy lejos de ser un outsider. Desde el referendo revocatorio de 2004
cuando gritó fraude electoral contra Hugo Chávez, Machado ha apoyado firmemente
todos los esfuerzos para lograr el “cambio del régimen”, que en cada caso ha
terminado en un fiasco rotundo.

En un encuentro poco
probable para un “outsider”, Machado, en representación de la ONG Súmate, financiada
por el National Endowment for Democracy – un brazo del gobierno estadounidense
– se reunió con el Presidente George W. Bush en la Casa Blanca en 2005. En
2014, Machado estaba
en la tarima al lado del exaltado líder Leopoldo López cuando inició
las protestas de 4 meses con fines insurreccionales, conocidas como “la
guarimba”. Lo más significativo fue el respaldo que Machado recibió solamente
10 días antes de las primarias de octubre de parte de Voluntad Popular, partido
de López, el cual al mismo tiempo retiró su propio candidato de esas
contiendas.  

Machado está lejos de
ser una “política aislada”. Ella está en el mismo campo ultra-derechista de Voluntad
Popular, que también es el partido de Guaidó, quien ahora en Venezuela no es nada
menos que un paria.

El cambio de marca de
Machado con el fin de llegar a ser una política anti-política tiene sentido. La
encuestadora Datincorp reportó que
63% de los encuestados creen que el candidato ideal para 2024 sería un
independiente – tanto del Chavismo como la oposición. En sentido similar, el
encuestador Oscar Schemel señaló que “
el peligro más grande para el Chavismo viene de un outsider”.

La candidatura
derechista de Machado forma parte de una tendencia en la región. En los años
90, los candidatos neoliberales como Alberto Fujimori, a sabiendas que el
neoliberalismo no ganaría las elecciones, escondió sus intenciones y siguió una
estrategia de “cebo y cambio”. Pero durante la última década, con la
polarización intensiva en la política latinoamericana, los líderes derechistas
pro-norteamericanos han sobrepasado a los centristas para enfrentar a los
gobiernos progresistas. Ejemplos incluyen Jair Bolsonaro y Javier Milei. Ahora
los candidatos derechistas están más abiertos acerca de sus planes para un
sacudón radical del estado de bienestar. Sin embargo, muchos ultra-derechistas
apoyan algunas propuestas populistas con el fin de desviar atención de las
medidas impopulares que ellos abogan. Rafael Uzcátegui, coordinador general de la
ONG PROVEA, apuntó a una estrategia de ese tipo al decir a El Tiempo de
Venezuela que el papel de Machado como una candidata de consenso requiere un
proceso de “
invención y construcción”.

Sin embargo, Machado
es una extremista en muchos aspectos. Ella y sus asesores ven a la
privatización masiva
como un vehículo para la recuperación económica. Su propuesta de crear
una Agencia de Energía y Petróleo representa un retroceso a los años iniciales
de la industria petrolera venezolana de los años 20. Su sistema de vales
escolares y la eliminación de la igualdad para el sistema de seguro social
forman parte de lo que ella llama “
el capitalismo popular”, un término usado por Margaret Thatcher y Augusto
Pinochet. Su asesor principal en el campo de educación promete que va a
garantizar que todos los venezolanos sean bilingües en inglés.

Aún más extrema es la
estrategia de Machado de llegar al poder a través del enfrentamiento. La
historia de 25 años del gobierno chavista está llena de llamados en favor a la
desobediencia civil con el fin de lograr el “cambio del régimen”, resultando en
choques callejeros y violencia. La insistencia de Machado de que las
movilizaciones populares combinadas con la presión proveniente de los poderes
extranjeros van a convencer a Maduro a echarse atrás y habilitarla, parece un
récipe para la violencia.

En un ejemplo notorio
de ese tipo de maniobra, el líder de Vente Venezuela y ex-alcalde de Caracas
Antonio Ledezma declaró el año pasado que la única manera de inscribir a
Machado como candidata es a través de la “desobediencia civil”. También se pronunció
en favor de hablar con los militares, a lo que él alegó era perfectamente
“normal” en una democracia y no representaba ninguna conspiración contra el
gobierno. Ledezma invocó el Artículo 350 de la constitución, que en otras
ocasiones había sido interpretado por los líderes de las guarimbas para
justificar el derecho de rebelión.

Henry Ramos Allup,
secretario general de Acción Democrática, que es el partido históricamente más
grande en Venezuela, calificó esas afirmaciones como “
ridículas”. 

La estrategia de
llegar al poder a través de la confrontación y desórdenes crea las condiciones
para la represión, que muchas veces acompaña la implementación de las fórmulas
radicales de neoliberalismo que Machado apoya (recuerda Pinochet). La misma
dinámica se observó en el golpe de estado contra Chávez en abril de 2002, como
el editor de NACLA en ese entonces, el recién fallecido Fred Rosen, y yo
notamos poco después. Escribimos que el líder del golpe Pedro Carmona y sus
aliados trataron de lograr un “rompimiento completo con el pasado populista…
Ellos se alzaron no en favor de la democracia – como podría haber alegado, con quizás
cierta credibilidad, algunos de los populistas anti-Chavistas – sino en favor
de los intereses de clases” representados por Carmona.

El lado político de
la estrategia de Maduro

Los resultados de las
elecciones presidenciales tendrán mucho que ver con las adversidades económicas
venezolanas, pero también van a tener que ver con la debilidad de la oposición,
que Maduro ha hecho mucho para profundizar.

La oposición ha
tratado de remover a Maduro por diversas maneras, como hizo con Chávez en sus
primeros años como presidente. Con cada esfuerzo – como en 2015 cuando la
oposición ganó control de la Asamblea Nacional – los líderes anunciaron la
inminente salida de Maduro. Ahora Machado, Guaidó y otros líderes
anti-Chavistas reconocen su propia “
ingenuidad” (palabra de Guaidó) y el poder de permanencia del
presidente. Ellos atribuyen la supervivencia política de Maduro a su
comportamiento despiadado y anti-democrático.

En contraste, algunos
izquierdistas alaban la habilidad de Maduro de aguantar y responder efectivamente
a todas las maquinaciones de desestabilizaciones. El veterano de la izquierda
Eligio Damas, autor de más de 3,000 artículos en Aporrea.org, me dijo: “Los
críticos izquierdistas de Maduro no toman en cuenta que Chávez por la mayor
parte de su presidencia no tenía desafíos tan apremiantes como tiene Maduro,
tanto en el frente político como económico. Maduro es políticamente astuto; en
caso contrario no hubiera durado tanto tiempo en el poder.”

No cabe duda de que
Maduro ha demostrado ser un estratega formidable. Ha tomado varias decisiones
importantes que desataron controversias, pero terminaron como golpes maestros.
En 2017, Maduro convocó a elecciones para una asamblea constituyente, que según
la oposición tenía que ser ratificada primero en un referéndum nacional. Maduro
negó proceder en esa forma, pero su llamada a elecciones fue un éxito rotundo.
Puso fin abruptamente a los 4 meses de guarimba cuya única meta era sacar a
Maduro del poder. La Asamblea inmediatamente programó elecciones
gubernamentales y los partidos de la oposición optaron por participar en vez de
seguir con las guarimbas.

Había argumentos
legales sólidos en favor y en contra de la llamada de Maduro para la Asamblea
Constituyente. Sin embargo, una segunda maniobra del chavismo fue menos
convincente desde el punto de vista constitucional, pero fue igualmente
efectiva en combatir los esfuerzos de una oposición insurgente en lograr el
“cambio del régimen” por cualquier medio posible. En 2020 el Tribunal Supremo
de Justicia (TSJ) reconoció un grupo de disidentes de Acción Democrática,
Primero Justicia y Voluntad Popular como los representantes legítimos de sus respetivos
partidos. Con el apoyo de los diputados chavistas, que se abstuvieron en exigir
posiciones principales, la nueva dirigencia de esos partidos obtuvo los 84
votos necesarios para reemplazar a Guaidó como presidente de la Asamblea
Nacional. Luego los seguidores de Guaidó formaron lo que llegó a ser una
asamblea nacional paralela virtual, pero su insistencia de que él era el
presidente provisional de Venezuela – que restaba en su condición de ser
presidente de la Asamblea Nacional – perdió toda credibilidad. 

Innegablemente, la
decisión del TSJ careció de argumentos convincentes constitucionales. La
Academia de Ciencias Políticas denunció la “
ilegalización e intervención de los partidos principales de la
oposición” por ser un atropello a los derechos legales de los partidos
políticos.

Una tercera jugada,
igualmente polémica, que desde el comienzo dividió a la oposición, fue la
decisión tomada por el Contralor Nacional chavista, Elvis Amoroso, en junio del
año pasado. Amoroso inhabilitó a Machado, en base, entre otros motivos, a su
apoyo a las sanciones contra Venezuela. Amoroso me dijo: “El apoyo de Machado a
una invasión norteamericana la hace culpable de traición a la patria, pero la
contraloría es un cuerpo administrativo que podría referirse a eso solamente
indirectamente”. Agregó que el cargo de traición va a los tribunales.

Los dos partidos más
grandes de la oposición, AD y Primero Justicia, entre otros, reaccionaron a la
decisión de la contraloría proponiendo una estrategia de adherirse a las reglas
del juego definidas por el gobierno, y evitar posiciones divisivas, una
política que fue un éxito rotundo en las elecciones para la Asamblea Nacional
en 2015. Por el contrario, Machado se negó a renunciar a sus aspiraciones
presidenciales y otras posiciones polémicas.

El reconocimiento por
parte del Estado a los partidos AD, Primero Justicia y Voluntad Popular
dirigidos por los disidentes también intensificó las divisiones en la
oposición. Los dirigentes anti-chavistas de la línea dura llamaron a los
disidentes “alacranes”, un término chocante que sigue agriando las relaciones
entre los dos bloques e impidiendo el entendimiento.

Luis Parra, un
disidente de Primero Justicia que llegó a ser presidente de la Asamblea
Nacional por un año en 2020, afirmó tres años después: “
El tiempo ha demostrado que teníamos la razón”. Durante ese lapso
de tiempo, la mayoría de los líderes de la oposición terminaron cambiando su
postura, abandonando las posiciones que los disidentes habían criticado, en particular
el llamado a la abstención electoral y la imposición de sanciones
internacionales a Venezuela.

Las posiciones de los
disidentes están más alejadas de las políticas de Machado, que de las políticas
de Maduro, tanto así que llegan a calificar al partido de Machado de
“ultraderecha”. El partido AD de los disidentes, dirigido por el veterano
dirigente José Bernabé Gutiérrez y con candidato presidencial propio, alega que
la mayoría de los líderes de la derecha radical “
está operando desde la comodidad de un
autoexilio dorado”. Acusa a Machado y los otros miembros de la derecha radical de
promover el abstencionismo, conducir al “caos total”, y proporcionar una “excusa
perfecta para el fracasado gobierno de Nicolás Maduro”. En 2020,
Washington incluyó a Gutiérrez y a otros disidentes en la lista de sancionados
por haber “debilitado a la democracia venezolana”.
 

El frente económico

Las reformas económicas de Maduro que favorecen al sector privado están
alineadas con su estrategia de neutralizar y dividir a los sectores de la
oposición. Francisco Rodríguez, asesor económico del principal contrincante
contra Maduro en las elecciones presidenciales de 2018, me dijo en Washington
que después de esas elecciones “Maduro empezó a abandonar su anterior enfoque
antagónico hacia los empresarios, un cambio que ayudó a atraer algunos
dirigentes de la oposición a la idea del diálogo”.  

El asesor económico y
diputado nacional Jesús Faría ofreció un argumento de peso para abandonar la
política de aumento salarial constante, siempre devorado por la inflación.
Faría advirtió que “
para incrementar salarios hay que fortalecer la producción”. El
levantamiento de las sanciones impuestas por EEUU contra el petróleo venezolano
jugaría un papel importante en este sentido. El Partido Comunista de Venezuela
(PCV) – del cual el padre de Faría fue un líder histórico y también un
dirigente sindical – ha denunciado “
la pulverización de sueldos y salarios” en el país.  

Como parte de su
estrategia económica, el gobierno de Maduro ha abierto al país al capital
extranjero, particularmente en las “Zonas Económicas Especiales” (ZEEs), donde se
suavizan los requerimientos legales con el fin de atraer las inversiones. Mientras
que el PCV y otros grupos de la izquierda alegan que el gobierno ha abrazado el
neoliberalismo, Maduro y sus asesores afirman que la mayor parte del capital
privado procederá de China y otros países miembros del BRICS
en lugar de EEUU.

Para Machado, la idea
de las ZEEs se origina del “modelo totalitario chino”. Por su parte, el
entonces líder de Vente Venezuela y diputado nacional, Luis Barragán, dijo a la
agencia noticiosa EFE que las ZEEs representan “una herramienta rudimentaria utilizada
por los criminales mafiosos para la explotación de los recursos
estratégicos”. 

Durante su viaje a
China en septiembre del año pasado, Maduro visitó una de las ZEEs más conocidas
y firmó un acuerdo para establecer vínculos entre las ZEEs de ambos países. Al
mismo tiempo, pidió al gobierno chino que apoyara la solicitud de Venezuela de
ingresar en el BRICS, alabando la alianza por acelerar “
la desdolarización del mundo”. Durante la
visita, Venezuela recibió la exclusiva distinción de “Asociación Estratégica a
Toda Prueba y Todo Tiempo” – un honor nunca antes concedido a un país
latinoamericano. Maduro elogió las reformas post-Mao de China que algunos de la
izquierda consideran como un retroceso para el socialismo, al decir: “
Las experiencias de China durante 40 años…
nos han servido de inspiración”.

Maduro no es el único de su círculo que encuentra inspiración en el modelo
económico chino. De hecho, antes de ingresar al campo chavista en los años 90,
Maduro perteneció a la Liga Socialista pro-China. A pesar de su disolución tras
la llegada de Chávez al poder, muchos de sus dirigentes ocuparon un número
desproporcionado de puestos dentro del movimiento chavista. El último
secretario general de la Liga el ex–guerrillero Fernando
Soto Rojas (quien Maduro ve con
mucha reverencia) ve con buenos ojos a Mao Zedong, Deng Xiaoping, y Xi Jinping,
a pesar de las diferencias patentes entre ellos. Soto Rojas niega que China
pueda ser clasificada como un país capitalista. Quizás la expresión máxima del
modelo chino es el uso del término “
burguesía revolucionaria” (un concepto usado por
Lenin, Stalin y Mao) por parte del Ministro de Agricultura Wilmar Castro
Soteldo, quien participó en la intentona de Chávez de 1992.

Al fomentar relaciones amistosas con el sector privado, los antiguos
adversarios se han neutralizado. FEDECAMARAS
, la
organización empresarial principal en el país
que dirigió dos intentos
fallidos de derrocar a Chávez en 2002-2003, se opone ahora firmemente a las sanciones norteamericanas,
cuyo impacto ha afectado a los empresarios – según FEDECAMARAS – en un
17.5%. El ex–presidente de
FEDECAMARAS Ricardo Cusanno ha lamentado que los empresarios enfrentan
dificultades hasta con abrir una cuenta bancaria en el extranjero por el simple
hecho de ser venezolano.

 

El lado negativo

La estrategia de
Maduro de otorgar concesiones al sector privado, con la intención de lograr la
estabilidad y debilitar la oposición “desleal”, ha tenido resultados mixtos. Aunque
la hiperinflación de 2,300% en 2020 ha remitido, todavía se registraron tasas
de inflación del 234% y 190% en 2022 y 2023 respectivamente. Por otro lado, ya
no se producen las interminables colas en los supermercados ni escasez de
productos de primera necesidad. Además, la ONG el Observatorio Venezolano de
Violencia ha constatado un descenso significativo en la tasa de muertes
violentas en 2023, el más bajo en dos décadas.

La campaña
anti-corrupción también ha tenido resultados mixtos. En 2023 el Fiscal General
chavista Tarek William Saab lanzó una campaña contra la corrupción centrada en
la industria petrolera que resultó en órdenes de arresto de 61 supervisores,
empresarios y funcionarios estatales y en la confiscación de activos. Las
cabecillas principales eran Rafael Ramírez y Tareck El Aissami. Ramírez,
conocido como el “Zar de PDVSA”, consolidó su control de la compañía y lo microgestionó
al aliarse con ex–miembros de los partidos conservadores AD y COPEI. Ramírez
perteneció al círculo cerrado de Chávez y El Aissami al círculo de Maduro;
ambos militaron en la izquierda durante muchos años y nacieron de familias
izquierdistas. Por eso, el problema de la corrupción no podría ser atribuido a
una quinta columna al servicio de la oposición. Estos episodios requieren
discusión a fondo y autocrítica.

La raíz del problema
de PDVSA, como es el caso en la administración p
ública en general, es la ausencia de controles institucionales.
Un ejemplo de esta falla es el hecho de que, durante 10 años, Ramírez ocupaba
la presidencia de PDVSA y a la vez la posición de Ministro de Petróleo, cuya
función es vigilar la empresa. El actual presidente de PDVSA Pedro Rafael
Tellechea también ejerce como Ministro de Petróleo.

El gobierno de Maduro
se enfrenta a críticas por utilizar una táctica que empleó anteriormente para dividir
la oposición, esta vez contra el PCV, el partido más antiguo en Venezuela conocido
por su sacrificio y heroísmo. El año pasado el TSJ reconoció siete aliados del
gobierno como líderes máximos del PCV, pero solamente dos de ellos eran miembros
de ese partido. El gobierno justificó la medida alegando que el PCV no había
convocado elecciones internas para renovar su dirigencia.

Luigino Bracci, quien
apoya críticamente a Maduro, se refirió a la decisión del TSJ al decir al Orinoco
Tribune
que los líderes chavistas no quieren que “
los votos izquierdistas se fragmenten o que sean dispersados entre
varios partidos pequeños en las próximas elecciones”.

Otro punto negativo
para el gobierno que pueda tener repercusiones negativas para los Chavistas en
las elecciones en julio es la erosión de las conquistas históricas laborales
como las prestaciones sociales y la negociación colectiva. Rodolfo Magallanes,
profesor de ciencias políticas en la Universidad Central de Venezuela, me dijo:
“Una vez que estos beneficios sean eliminados, será difícil reinstalarlos”. La
dolarización de la economía es otra preocupación. En la actualidad los precios
de las mercancías están identificados en dólares, una práctica que ahora es
completamente legal. Aunque esa medida ayudó a combatir la hiperinflación, también
ha erosionado la aceptación general del bolívar.
 

La intervención
norteamericana en nombre de la democracia

Independientemente de
cómo lo veas, el intervencionismo norteamericano ha minado la democracia
venezolana.

El gobernador del
estado Anzoátegui, Luis Marcano, me dijo que no hay manera de que las
elecciones presidenciales de 2024 sean democráticas. “El votante va a sentir
que hay una pistola apuntada a su cabeza. Vota por Maduro y mantienen las
sanciones.”

La política hace
Venezuela implementada por Washington contradice de muchas maneras sus
objetivos declarados. Desde los primeros años de Chávez, Washington ha
favorecido, no tanto a la oposición como tal, sino a su ala derechista. El
favorito de EEUU ha ido de López a Guaidó y ahora a Machado. Los dos primeros
están desacreditados. Machado según todas las encuestas, goza de considerable
popularidad entre las bases de la oposición, pero su programa para Venezuela,
su estrategia de enfrentamiento y su discurso abiertamente pro-norteamericano
no son populares.

Según el encuestador
Luis Vicente León la oferta de EEUU de una recompensa de 15 millones de dólares
por la captura de Maduro y la retórica de Machado que “si Maduro pierde, él, su
esposa, su hijo y todos a su alrededor van presos” hacen poco probable que él renuncié
del poder fácilmente. Bajo esas circunstancias “¿
se metería usted en el ring?” León agrega que la única manera de resolver
este predicamento es a través de las negociaciones, una vía que Machado
tajantemente rechaza.   

En general, las
elecciones suelen proporcionar una solución pacífica a los conflictos, aunque
sea de manera temporal. Parece poco probable que las elecciones de julio en
Venezuela legren ese objetivo.
 

Traducido con la
ayuda de Carmen Sánchez de Ellner y Michelle Ellner

Steve Ellner es
profesor jubilado de la Universidad de Oriente en Venezuela y actualmente es Editor
Asociado de la revista 
Latin American Perspectives. Es autor de El fenómeno Chávez: sus orígenes y su impacto (2014). Sus
últimos libros son 
Latin American Extractivism:
Dependency, Resource Nationalism, and Resistance in Broad Perspective (
editado, 2021); y Latin
American Social Movements and Progressive Governments: Creative Tensions
between Resistance and Convergence 
(co-editado,
2022).

https://rebelion.org/elecciones-en-venezuela-maduro-y-machado-van-con-todo/



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